Un Buda gigante forjado con el hierro de miles de katanas

Poca gente sabe que, en el corazón mismo de Kyoto, entre los enclaves más famosos de la vieja capital, hay un templo maldito. Aunque antaño fue bastante importante, hoy en día las guías de viajes apenas lo mencionan. Su centenaria (y accidentada) historia está íntimamente ligada al aciago destino del clan Toyotomi. El gran unificador de Japón, el mismísimo Toyotomi Hideyoshi, levantó dicho templo para que albergara una gran estatua de Buda. Una escultura colosal, la más grande nunca vista en el país del Sol Naciente, que tenía además una característica muy particular. Su cuerpo estaba en parte forjado a partir del acero de miles de katanas, confiscadas a sus dueños durante los años más crudos de la era de las guerras civiles.

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«Antes quebrar que torcer»; la gesta del capitán Pessoa y sus 50 valientes en Nagasaki

¿Qué pasaría si un tercio español del siglo XVI se enfrentara en batalla a un ejército samurái? Imposible saberlo, porque a lo largo de la historia nunca se produjo un choque semejante. Pero eso no quita para que muchos aficionados a la historia-ficción fantaseen sobre el posible resultado. La cosa no deja de ser otra versión del eterno debate que sacude internet desde tiempo inmemorial. ¿Quién es más fuerte, un ninja o un pirata? ¿Y si pelearan un samurái y un pirata? Discusiones bizantinas (y bastante chorras) que seguirán sin respuesta por los siglos de los siglos. Pero, curiosamente, de algo parecido a un choque entre piratas europeos y samuráis sí que tenemos noticia. Cuentan que un día, a principios del siglo XVII, un capitán portugués se enfrentó en Nagasaki a una guarnición entera de samuráis. Los lusos eran apenas 50 hombres. Los japoneses, cerca de 3,000. Y aguantaron como leones, a bordo de su barco, durante más de tres días de batalla. Esta es la historia de la titánica resistencia de Andre Pessoa y la nao Madre de Deus.

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Yagyu Jubei, agente secreto al servicio de su majestad… shogunal

Como estamos ya en plena época festiva, vamos a despedir el 2016 con un artículo de tono más ligero de lo habitual. Porque nos lo pide el cuerpo, qué demonios. Veamos, ¿quién ha sido el samurái más fuerte de todos los tiempos? Una duda que lleva corroyendo a los aficionados a la cultura japonesa desde la noche de los tiempos, por lo menos. Primero habría que decidir cómo definimos eso de “el más fuerte”, porque según el criterio la lista de candidatos varía bastante. Si nos ceñimos a la capacidad de ser mortal de necesidad con una katana en la mano, nos vienen a la cabeza nombres como Miyamoto Musashi, Ito Ittosai o Kamiizumi Nobutsuna. Es imposible definir de manera objetiva quién ha sido la mejor espada de la Historia de Japón pero, si hiciéramos un hipotético ranking, en el top 5 nos encontraremos, sin duda, con nuestro protagonista de hoy. Hablamos de Yagyu Jubei, un espadachín de leyenda,  máximo exponente de una de las escuelas de esgrima más afamadas de la tierra del sol naciente: la mítica Yagyu Shinkage Ryu.

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Con la Iglesia hemos topado: el misionero que quiso caminar sobre las aguas de la bahía de Tokyo

Si en el imperio de Felipe II no se ponía el sol, en tiempos de Felipe III hubo quien aseguraba ser capaz de detener el curso del astro rey en el cielo solo con el poder de su fe. El hombre (supuestamente) capaz  de tal prodigio era fray Juan de Madrid, un misionero franciscano recién llegado a Japón en los albores del s. XVII. Pero su repertorio de capacidades sobrehumanas no terminaba ahí. También decía poder caminar sobre las aguas y mover montañas a voluntad, todo gracias a la fuerza que, según él, Dios le concedía. El objetivo de los milagros de fray Juan no era otro que demostrar al mundo la superioridad del credo católico apostólico romano frente a los cultos paganos que profesaban los nativos del lugar. Pero, entre las almas descarriadas que intentaba atraer al redil del Señor, no había solo nativos japoneses. En realidad, su máximo afán era convertir a un capitán de fortuna inglés, William Adams, y su tripulación, todos ellos protestantes a machamartillo, a quienes las tormentas habían hecho naufragar en aquellas costas. Continuar leyendo «Con la Iglesia hemos topado: el misionero que quiso caminar sobre las aguas de la bahía de Tokyo»

Las espadas malditas de Muramasa

Si el otro día presentábamos a la Heshikiri en sociedad, hoy vamos a seguir hablando de katanas famosas. Y pocas más célebres que las forjadas por Muramasa, otro de los inmortales maestros herreros del país del Sol Naciente. Afiladas y mortíferas como ellas solas, las creaciones de Muramasa arrastran cierta fama de malditas. En Japón siempre se ha creído que las espadas tienen alma y, si eso es cierto, las de Muramasa deben de tenerla tirando a oscura. Según se decía, su acero estaba siempre sediento de sangre. En especial, de sangre Tokugawa. La dinastía de shogunes más poderosos de la historia de Japón siempre temió el sinuoso y acerado filo de las Muramasa, herreruzas de mal agüero que, decían, atraían la desgracia sobre su familia. Subámonos a nuestra particular nave negra del misterio y veamos qué hay de verdad tras esta macabra leyenda. Continuar leyendo «Las espadas malditas de Muramasa»

Sanada Yukimura, el samurái valiente

Este es el año de Sanada Yukimura en Japón. En realidad casi todos lo son porque, si hay un samurái famoso y querido para los japoneses, ese es Yukimura. Pero desde enero está de más actualidad que nunca, porque el Taiga Drama de 2016 esta dedicado a su figura. Fuera de su Japón natal no es tan conocido como los Nobunaga o los Hideyoshi de turno así que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (o que el Kamogawa pasa por Kyoto), qué mejor ocasión para hablar de uno de los personajes históricos más populares del país de los samuráis: Sanada Yukimura, el héroe de los Sitios de Osaka.

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